El exboxeador se había entregado a la policía el pasado 8 de marzo, cuando confesó haber asesinado a Pedro Molina (54) en un hostel de Santa Clara del Mar, en medio de una noche de abuso de drogas. Seguirá alojado en la Unidad Penal 44 de Batán.
La Justicia de Garantías ordenó la prisión preventiva para Walter Leiva, el exboxeador que en marzo se entregó a la policía y confesó haber asesinado a su amigo Pedro Molino, en un hostel de Santa Clara del Mar.
A pedido del fiscal Ramiro Anchou, el titular del Juzgado de Garantías N° 5, Gabriel Bombini, ordenó que el imputado por “homicidio” y “robo” continuara alojado en la Unidad Penal 44 de Batán, por entender que hay un riesgo procesal cierto en el caso de que recuperara su libertad.
Si bien Leiva fue quien se entregó a la policía y confesó haber matado a Molina, el exboxeador tardó dos días en hacerlo. Para la justicia, la medida coercitiva está justificada por la magnitud de la pena prevista, que sería de efectivo cumplimiento.
Además, tanto el fiscal como el juez de garantías, tuvieron en cuenta que la primera reacción de Leiva fue fugarse del lugar del crimen y robarle el auto a la víctima. “Los actos tendientes al ocultamiento del arma y vestimentas y la
circunstancia de existir diligencias investigativas que cumplimentar, permiten inferir objetiva y razonablemente el
peligro de fuga, además de constituir motivo suficiente para entender que tal peligro procesal, sólo puede ser neutralizado mediante el encarcelamiento preventivo”, remarcó Bombini.
Walter Leiva y Pedro Molina eran amigos. La víctima ayudaba al exboxeador ofreciéndole changas para que pudiera trabajar y, según contarían sus allegados, también le ofrecía comida y un lugar para dormir. El viernes 5 de marzo, Molina, junto a Leiva, pasaron por la casa de una de sus hermanas, y, desde el auto Chevrolet Corsa la saludaron y le dijeron que se iban hacia Santa Clara a pasar el fin de semana, que el exboxeador debía cortar el pasto en un terreno.
Leiva cortó el pasto por la tarde y luego fueron a la Hostería “Atlántida”, ubicada en Marbella 88 de Santa Clara. El lugar pertenece a un amigo de Molina, con quien cenaron esa noche. Incluso hay fotos de los tres de esa reunión, las últimas fotos en que Molina aparecerá con vida.
El crimen se dio entre las 23.30 del viernes5 de marzo y las 10 de la mañana del día siguiente, en la habitación número 6 del hostel. Encerrados en ese cuarto, víctima y victimario consumieron drogas y, por motivos que son de investigación, se originó una pelea en la que Leiva le asestó ocho puñaladas a Molina en el cuello, hombro, pecho, antebrazo, abdomen y rostro, que le provocaron la muerte por una hemorragia masiva.
Luego de asesinato, Leiva se fue de la habitación. Incluso fue visto por otros huéspedes cuando se iba al estacionamiento y se llevaba el Chevrolet Corsa de la víctima, el cual condujo por la Ruta 11 con dirección a Mar del Plata.
Todo lo que ocurrió desde allí quedó en la confusa mente de Leiva, entre el estado de shock por haber matado a su amigo y el abuso de las drogas. Ese sábado a la mañana regresó a su casa en Mar del Plata, con la ropa manchada con sangre y balbuceó que había matado a un hombre. El lunes siguiente a la mañana, cuando el efecto de la intoxicación por las drogas comenzó a disiparse, contactó al abogado Mauricio Varela y resolvió entregarse.
La policía tomó la denuncia con asombro. Nadie había reportado un asesinato, nadie denunciado la ausencia de alguna persona. Y allí estaba Leiva, junto a su abogado Varela, asegurando que había matado a su amigo en un hostel, sin recordar bien dónde quedaba.
Cerca del mediodía, personal de la fiscalía, policial y el abogado Varela fueron hasta la hostería “Atlántida” y, con autorización del dueño del lugar, abrieron la puerta de la habitación número 6 y se confirmó el asesinato: Molina yacía tendido sobre la cama de dos plazas, vestido únicamente con pantalones. Una almohada blanca tapaba su rostro y había manchas de sangre en su pecho, en la cama, en el piso.
El dueño del hostel, al ver a su amigo muerto entró en shock y se descompuso. Personal de Policía Científica trabajó en el lugar y luego retiraron el cadáver. Además, secuestraron el libro de registro del hostel, dos celulares, 9028 pesos y las grabaciones de las cámaras de seguridad
Finalmente, el Chevrolet Corsa de la víctima fue hallado al día siguiente, el 9 de marzo, en la avenida Constitución al 6900.